Otras historias posibles del derecho*

[Alternative Histories of Law]

Karla L. Escobar H. Max-Planck-Institut für Rechtsgeschichte und Rechtstheorie, Frankfurt am Main escobar@lhlt.mpg.de

But sometimes when you think you are hunting down the past… the past is hunting you
Rebecca Hall

La historia gráfica de la historiadora y abogada estadounidense Rebecca Hall, ilustrada por Hugo Martínez, salió a la luz en el 2021 con una importante acogida tanto en el mercado estadounidense, como en otras latitudes, siendo traducida al francés, alemán, turco, japonés y próximamente al español. La profusa difusión de su obra no solamente logra captar audiencias diversas interesadas por las historias que en la obra se relatan, sino también atrae la mirada del público académico debido a los debates metodológicos sobre los que se sustenta. Ambas dimensiones de la obra hacen que sirva como un excelente recurso no sólo para la enseñanza de la historia en general, sino para la enseñanza de una historia crítica del derecho en particular, ya que acerca problemas teórico-metodológicos del quehacer histórico de la forma sencilla y clara que ofrece el medio del cómic.

Como su título lo indica, el libro relata diferentes historias de revueltas lideradas por mujeres esclavizadas en el siglo XVIII en el marco de la trata trasatlántica. Inicia su relato en la ciudad de Nueva York, pasa por Londres y termina en el Reino de Dahomey. Los relatos están fundados en la revisión de casos judiciales, prensa, archivos parlamentarios y marítimos, así como de algunos de los debates historiográficos de finales del siglo XX en la literatura académica estadounidense en relación con la historia de las rebeliones de esclavos y el papel de las mujeres en ellas.

La metodología de la autora va de lo micro a lo macro. Inicia con dos procesos: el primero es el caso de una revuelta de 1712, la cual, si bien aparecía reseñada en la literatura estadounidense sobre revueltas de esclavos, no daba cuenta de la participación femenina en la misma; el segundo es un caso de 1708, con el cual la investigadora se encuentra en medio del proceso de investigación. Luego de pasar por su propia historia familiar, Hall prosigue a abordar desde allí la historia de una revuelta de esclavizados en la embarcación Unity, de vuelta en el siglo XVIII. Estas historias son contextualizadas en los marcos legales sobre las que se produjeron; tal contextualización se convierte en parte de la narrativa que relata el propio proceso de investigación y la propia historia de vida de la investigadora.

El abordaje de estos relatos se hace a partir de dos líneas de tiempo – la del pasado y la del presente – las cuales se entremezlcan de forma permanente dando cuenta de la complejidad y múltiples capas sobre las que se construyen los relatos históricos. Las historias que se plantean en este ir y venir entre pasado y presente plantean varios retos metodológicos, los cuales son relevantes para los historiadores del derecho y sobre los que quiero hacer énfasis en esta reseña. Estos conciernen: las fuentes, la medialidad, la posicionalidad y la imaginación histórica.

Con respecto a las fuentes: el trabajo de Hall destaca dos problemas que considero claves para aquellos que nos dedicamos a hacer historias de las prácticas jurídicas entre sectores subalternizados. Por un lado, en un diálogo entre lo gráfico y lo escrito, la autora discute el ya conocido difícil acceso a las fuentes históricas que dan cuenta de las vidas de los miembros de estos sectores, bien sea por la relativa escasez documental, bien sea por el desinterés historiográfico que ha mantenido las historias de estos sujetos escondidas durante décadas en los archivos, así como también se han mantenido veladas sus apariciones en la documentación encontrada. Por otro lado, la autora aborda la discusión sobre los sesgos a partir de los cuales |los y las historiadoras hacemos interpretaciones sobre nuestras fuentes y cómo incluir el análisis de esos sesgos en la formulación de problemas históricos. Como lo señala Hall en varias ocasiones, estos sesgos interpretativos de los historiadores frente a los documentos es lo que no sólo habría obnubilado la participación de las mujeres en revueltas antiesclavistas, sino que, además, sería responsable de crear al interior de la historiografía tradicional estadounidense la idea según la cual la resistencia a la esclavitud habría sido débil en el país. Esta idea, que – según la autora – ha llegado incluso a arraigarse dentro del imaginario popular de la población afro-estadounidense, surge de la historiografía del siglo XX y ha servido de fundamento del racismo estructural en la actualidad. Es más, la autora muestra cómo esta idea permitió desvirtuar la discusión sobre la desigualdad racial en Estados Unidos, al ligarla a una supuesta »cultura de la pobreza« que desbalanceaba los roles de género y no a los constreñimientos estructurales que la población afro-descendiente debía navegar.

Es importante tener en cuenta que, a partir de un uso simplista del concepto de »cultura«, este tipo de lecturas escencializantes sobre los obstáculos a los que se enfrentaban los sectores subalternizados a lo largo del siglo XX sustentó teóricamente una buena parte de las políticas públicas a lo largo de todo el continente. La reflexión que propone la autora es relevante para debatir cómo interpretaciones históricas – que la mayoría de las veces se reclamaban neutrales y objetivas hace relativamente poco tiempo – contenían marcados sesgos que se han venido reproduciendo como afirmaciones verdaderas, no sólo a nivel historiográfico sino como base teórica para diseñar políticas públicas.

Con respecto a la medialidad: las puestas en escena que se crean en el cómic abren la puerta para hablar de otros debates. Quiero destacar, por ejemplo, las escenas en las que se muestran los diferentes tipos de constreñimientos que tuvo la investigadora en relación con el acceso a las fuentes documentales: la voluntad de los funcionarios para dejarla consultar ciertas fuentes, los limites procedimentales, el racismo y otros tipos de discriminación que entorpecieron el acceso a la documentación tanto en archivos públicos como en privados. Este tipo de situaciones que se presentan en la práctica diaria de la investigación histórica, al estar fundadas en lo cotidiano, tienden a quedar por fuera de los manuales de metodología de la investigación y, por tal motivo, sobre ellos poco se reflexiona en las aulas. La lectura en clase del cómic de Hall y Martínez, puede abrir oportunidades de discusión sobre estas temáticas y ayudarnos a diseñar protocolos de acceso más exitosos.

Esto nos lleva al tercer eje: la posicionalidad en la creación de argumentos históricos. Considero que este aspecto es abordado magistralmente por Hall y Martínez. En el cómic no solo se plasma el proceso de investigación para darle estructura a la historia. Antes bien, la forma en la que se construye el hilo narrativo ofrece una nueva idea de »objetividad« histórica. Ella está lejos de construirse a partir de negar la posición del autor y asumir una supuesta neutralidad. Por el contrario, Hall tiene el cuidado de detallar el lugar desde el que habla y hace evidente las relaciones de poder cotidianas sobre las que se construye el conocimiento que produce. Esta reflexión sobre la posicionalidad le permite al lector hacer una lectura mucho más crítica, tanto a nivel interno como externo, de la documentación utilizada por la autora. Esta negación de la neutralidad permite aproximarnos a un nuevo paradigma de la objetividad histórica que debe ser incluida con urgencia en las narrativas de la historia del derecho, las cuales siguen siendo historias de hombres blancos, basadas en documentos escritos e investigados principalmente por hombres blancos que se reclaman neutrales, objetivos y veraces.

Este paradigma de objetividad fundado en la reflexión sobre la propia posicionalidad está fortalecido a partir del medio. Y es que el cómic no funciona acá como un simple »medio de divulgación« para nuevas audiencias. Por el contrario, el uso de este formato le permite a Hall no sólo construir diferentes argumentos sobre el quehacer de los historiadores hoy, sino también proponer nuevas experiencias narrativas fundadas en la investigación histórica. Este ejercicio de creación es participativo con el lector. La mezcla entre imagen, texto y espacios en blanco entre viñeta y viñeta le permite al lector nombrar aquello que ve según sus propios conocimientos, permitiendo así las múltiples lecturas. Un ejemplo clave son los relatos donde se presencia la dificultad de la investigadora para acceder a ciertos documentos, el desdén de algunos funcionarios, los diálogos, etc. Para los lectores familiarizados con las mal llamadas »micro-agresiones« racistas, no dudamos en nombrar en nuestra mente la interacción como tal, pero seguramente otros la leerán de manera distinta. |Esta libertad de interpretación nos aboca al diálogo, nos lleva al presente y abre puertas para iniciar una gran palestra de discusiones. Estas discusiones no son sólo relevantes en el contexto de formación profesional, sino como espacio para la construcción de ciudadanías plurales.

La reflexión sobre la posicionalidad crea además un vínculo profundo con sus lectores. La historia ajena se vuelve rápidamente la propia y le habla a nuestra propia experiencia como investigadores. El abordaje de la posicionalidad en la obra habla de los propios retos de la investigación, pero también habla de cómo el silencio se convierte en una fuente y una pregunta que dirige la investigación.

Por último: la imaginación histórica. A pesar de que este tema tiende a verse soslayado en la disciplina, resulta ser fundamental aquí. El uso de la imaginación histórica se encuentra en la obra de Hall y Martínez no sólo en los espacios donde los historiadores hoy reconocemos que existe (la elección de la pregunta de investigación y la búsqueda de las fuentes, las formas en que construimos nuestras bases de datos, buscamos los documentos y los contrastamos, construimos relatos, conectamos unos eventos con otros y hacemos críticas a la literatura, etc.). Ella se usa también para crear otros escenarios posibles. Si bien este ejercicio imaginativo lo hacemos a menudo en el mero de acto de formular una hipótesis, en el cómic esto se lleva a cabo en dos ámbitos que considero claves para pensar nuevas narrativas en la disciplina. En primer lugar, en el acto de visualizar: la imaginación histórica permite crear escenarios sobre los que los documentos usualmente no dan referencias. Si bien nuestras investigaciones se nutren de documentos muy ricos en información, estas usualmente están desprovistas de datos que permitan directamente visualizar los espacios en los que se desarrollan los eventos que aparecen en los documentos. En la producción de cómics o vídeos, este ejercicio de contextualización/creación va de la mano de un ejercicio de investigación paralela en otra documentación: ¿Cómo vestían?, ¿cómo se reunían?, ¿qué comían?, ¿qué escenarios eran cotidianos? Es el ejercicio de imaginación a partir de la investigación el que permite visualizar el pasado y añadir capas de complejidad a la imagen siempre parcial del mismo. Es justo allí, en ese ejercicio de imaginación, que la ficcionalidad del documento jurídico se revela.

Por otro lado, Hall va más allá e imagina escenarios posibles para llenar los vacíos que la documentación inevitablemente nos deja. En su relato los personajes tienen nombres (no son mujer No. 1 u hombre No. 2); ellos tienen vidas, emociones, facciones, usan determinados ropajes, viven en espacios específicos. Todos estos elementos, aunque producto de la imaginación, no salen de la nada; ellos surgen de la misma investigación a partir de preguntas concretas sobre la vida cotidiana y de responderlas con las herramientas adquiridas en la academia.

Tomar con seriedad estos procesos de creación a partir de la investigación debe ser el primer paso para re-pensar el quehacer actual de los y las historiadoras. En el relato de Hall, la investigación rigurosa y la imaginación van de la mano y crean una narrativa que adquiere significados poderosos para sus lectores. Este habla de resiliencia, de ancestralidad, de pensar la comunidad. Tal historia que le habla a un mundo real es una tarea a la que debemos apuntarle hoy.

Notes

* Rebecca Hall, Wake. The Hidden History of Women-Led Slave Revolts. Illustrated by Hugo Martínez,‎ New York: Simon & Schuster 2022, 224 p., ISBN 978-1-9821-1519-7