Ots Capdequí – Biografía intelectual y profesional de un jurista americanista*

[Ots Capdequí – An Intellectual and Professional Biography of an Expert in Colonial Latin American Law]

Carlos Petit Universidad de Huelva, España cpetitcalvo@gmail.com

Creo que una de las mejores inversiones de nuestro siempre escaso tiempo profesional –un tiempo que pertenece a ese »mundo sin remitentes, sin destinatarios y sin carteros« sobre el que alertó Pedro Salinas en un texto aquí recogido1– debe emplearse en leer la biografía que Mauricio Valiente dedica a José María Ots Capdequí (1893–1975). No cuesta esfuerzo probar esta afirmación, pues los méritos de la obra saltan a la vista desde una primera y ligerísima consulta.

Quien abra este libro se encuentra, en primer lugar, con una edición hermosa por tipos y composición. Sin caer en recursos artificiales, la casa Renacimiento se ha dejado guiar por su amor a la letra impresa y otorga a la biografía de Ots la dignidad que merece el contenido. Pero no se trata solamente de un tomo formalmente impecable. Mauricio Valiente ha procedido, mediante un ejercicio acertado de escritura,2 a desarrollar el objeto de investigación con gran riqueza de fuentes y excelentes resultados.

Pues las fuentes utilizadas son, en segundo lugar, otro motivo que reclama la lectura del especialista. Correspondencia privada, diarios manuscritos, documentación preservada en toda clase de archivos públicos de España y América –de Colombia, lugar de un »amargo exilio« (1939– 1953), en particular– permiten a Valiente, quien utiliza además una amplia bibliografía, culminar su propósito biográfico.3

En cierta ocasión desconfié de tal empeño. Una vida pasada no es un objeto historiográfico cualquiera; la tentación de anudar relaciones afectivas con el biografiado parece demasiado fuerte, si es que éste no acaba convertido en mero reflejo de los deseos, las aspiraciones, en suma, de la imagen que tiene de sí mismo el propio biógrafo. La profesión de Mauricio Valiente ha sorteado sin embargo ambos riesgos; la documentación acumulada ha logrado el resto. Obtenemos un retrato sereno y minucioso de un intelectual formado en la tradición del krausismo, discípulo de Rafael Altamira y comprometido con la República; un ciudadano español –su figura se agranda cuando leemos las torcidas acusaciones de colegas tan oscuros como Carmelo Viñas, José María Zumalacárregui o Mariano Puidgollers (487–493)– que se sumó en 1924 a la empresa del Anuario de Historia del Derecho Español añadiendo lustre y contenido jurídico a la revista –cosa de historiadores para historiadores– con sus estudios sobre la historia institucional americana y sus lecturas y traducciones de la literatura alemana con mayor presencia en España.

Ahora bien, parece indiscutible que la minuciosa reconstrucción de la vida –profesional y personal– del ilustre profesor es la tercera y principal razón para tomar este libro en nuestras manos. Ahí se contiene la formación de un joven académico de nítido perfil científico; con el precedente del maestro Altamira, Ots Capdequí y sus compañeros de |generación (los Galo Sánchez, Manuel Torres López, Luis García de Valdeavellano, por citar unos ejemplos) fueron los pioneros de la historia del derecho entendida como disciplina universitaria (25 ss.).4 Las páginas de Valiente describen también la constante vocación de Ots por el estudio del derecho indiano (del derecho español en América y del propiamente indiano, a tenor de su eficaz expresión), una rara especialidad en el panorama literario del primer cuarto de siglo: si el recordado Rafael Altamira (1866–1951) aún era, como americanista, un hombre de la cátedra más que de la pluma –sin perjuicio de su apreciable obra de historiador generalista– otro reconocido experto, el argentino Ricardo Levene (1885–1959), continuaba centrado en los estudios sociológicos e histórico-políticos cuando Ots Capdequí había comenzado su especialización histórico-jurídica (1917); que empezase por el estudio de figuras y problemas de derecho privado (la condición de la mujer, la familia, sobre todo: la propiedad de la tierra) obedecía a su íntima condición de jurista, lo que le permitó explorar experiencias poco frecuentadas por historiadores y sociólogos. La relación bibliográfica que cierra la biografía (581–587) muestra la coherencia de una dedicación constante que sólo interrumpen unos pocos trabajos de naturaleza historiográfica.

Antes de salir a un triste, aunque fructífero y comprometido exilio, Ots destacó en Oviedo y, sobre todo, en Sevilla.5 Allí participó en el nacimiento de instituciones que fomentaron los estudios americanistas (Centro de Estudios de Historia de América, Instituto Hispano-Cubano), con las que siguió vinculado tras su traslado a la Universidad de Valencia (1931). Fiel a la República, responsable, como jefe de la Sección de Universidades tras el golpe de Estado militar –lo que sin duda le granjeó profundas enemistades entre sus colegas reaccionarios– (218 ss.), colaboró en lo que pudo con las instituciones legítimas, convirtiéndose en uno más entre tantos represaliados. A diferencia de la mayoría, acogida por el gobierno de Lázaro Cárdenas en México,6 Ots recaló en Colombia (315 ss.), el país americano donde desarrolló tanto su actividad intelectual como su militancia política – aun en la convulsa vida oficial que le costó la vida del leader liberal Jorge Eliecer Gaitán (1948); de todo ello da cuenta Valiente con uso extenso de documentación colombiana. Demasiadas responsabilidades democráticas, causa de una larga postergación tras regresar a la España de Franco en 1953, gracias a la política moderadamente abierta del ministro Joaquín Ruiz Giménez (463 ss.). Los testimonios inéditos de la correspondencia (Juan de Mata Carriazo, Javier Malagón y otros) permiten documentar esos años de espera hasta la reintegración –tardía– en la facultad de Derecho de Valencia. No sabía yo que Alfonso Otero Varela, catedrático de Santiago (y yerno de Carl Schmitt), fue el único colega de especialidad que rehusó firmar el escrito de los historiadores del derecho españoles en petición de la vuelta de José María Ots a la cátedra valenciana (1961). Tampoco me sorprende.

En realidad, gracias al autor no sólo recuperamos la figura del »americanista de la II República«, que dice Valiente; también conocemos los sinsabores propios de un intelectual transterrado a causa de la persecución política, las miserias de la cotidianeidad académica, la mano generosa tendida por ciertos compañeros de profesión. Soy consciente de que estas líneas apenas ofrecen un reflejo de la riqueza del libro presente. Si sirven para dar noticia de la publicación y, sobre todo, para estimular la lectura el propósito estará cumplido.

Notes

* Mauricio Valiente Ots, José María Ots Capdequí. El americanista de la Segunda República, Sevilla: Renacimiento 2022, 634 p., ISBN 978-84-19231-95-6

1 Las premonitorias expresiones pertenecen a un ensayo de Salinas que Ots hizo publicar en Colombia, citado en apertura de la obra (9). »¿Un universo en el que todo se dijera a secas –continuaba el poeta– en fórmulas abreviadas, de prisa y corriendo, sin arte ni gracia? […] Yo sitúo semejante mundo en los avernos«.

2 Cosa bien diferente serán las preferencias de estilo (pienso en el uso del potencial con valor de pasado) o la existencia –inevitable– de errata: cf. 84 (se por me), etc. Cosas de nuestro infernal »mundo de telegramas« (cf. Salinas, de nuevo); esto es, de procesadores automáticos de textos que proponen caprichos sintácticos o arrastran pentimenti del autor no siempre corregidos sobre las pruebas de imprenta.

3 Por desgracia Valiente ha sido demasiado discreto al presentar las fuentes documentales, por más que nos ofrezca un jugoso apéndice (551–580). Cf. al menos 629–631 de »Siglas y abreviaturas«, pálida representación de los fondos estudiados; la sentida nota de agradecimientos añade alguna precisión (633–634).

4 Una disciplina, como otras, aún abierta a catedráticos de viejo estilo, esto es, situados fuera del momento científico que representó Ots (Rafael Acosta, Salvador Minguijón, José Manuel Segura, Tomás Gómez Piñán).

5 Sabemos que el personaje obtuvo en 1921 la cátedra de Barcelona tras unas oposiciones de las que Galo Sánchez, por entonces catedrático de Oviedo (había logrado en 1919 la plaza de Murcia), se retiró inexplicablemente en el último ejercicio; que Sánchez prefería Barcelona a la cátedra asturiana lo prueba que, apenas unos días después, permutase con Ots las cátedras que ocupaban. Intrigante situación que no aborda Valiente (cf. 56– 57), algo más, en mi opinión, que una anécdota pasajera: revela una estrecha relación con el único jurista discípulo directo de Eduardo de Hinojosa, lo que explica la vinculación de Ots al grupo del Anuario a pesar de encontrarse fuera de la ›escuela‹ (y de contar con la enemistad de Ramos Loscertales, otro de los fundadores).

6 Pero no conoce Valiente un libro importante que permite seguir la pista de los exiliados: Elizabeth Martínez Chávez, España en el recuerdo, México en la esperanza. Juristas republicanos del exilio mexicano, Madrid 2020. Como ahora Valiente, la obra de Martínez combina con rigor los documentos españoles con los mexicanos, rara y difícil estrategia aunque imprescindible para conocer los detalles vitales y profesionales de aquellas dolorosas experiencias.